En el taxi el sentido de colectividad que
reina en los autobuses y en los metros se pierde desde el momento
en el que se hace contacto visual con el taxista. Después
de indicar el lugar de destino, intentando sonar lo más
natural posible, con cierta seguridad en lo que se dice para
evitar el eterno "paseo del turista" que ocurre en
cualquier ciudad donde haya taxis, nuestro conductor es la mejor
persona para conocer esas partes de la ciudad que siempre acaban
pasando desapercibidas a los nuevos visitantes.
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