En los últimos años, Madrid
ha dedicado muchos recursos y energía en hacer del metro
un lugar en donde la gente no sólo pasa deprisa, sino
que se lleva también un poco de la vida de España.
En las estaciones de metro más modernas
se puden encontrar exposiciones de pintura y de fotografías,
se mezcla el olor inconfundible de las ruedas de la máquina
con el del café con churros de las mañanas,
y las patatas fritas del almuerzo. Poco a poco se han ido instalando
pequeños comercios en esta ciudad subterránea de
pasajeros que siempre acaban regresando a su punto de origen.
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