¡Taxi, taxi!
Y cuando todo falla, cuando se ha perdido
el autobús por un pelo, cuando el metro tiene demasiados
transbordos para llegar a nuestro destino, el taxi nos brinda
su hospitalidad y toda su humanidad.
Blancos con rayas rojas o negros con rayas
amarillas, los taxis siempre llevan en el parabrisas un letrero
que dice LIBRE u OCUPADO. Una luz verde en el capó indica
qué están disponibles. ¿Para llamarlos?
Lo más universal: situarse en el borde de la acera y esperar
que un taxi pase cerca. O también acudir a las paradas
de taxis que se reunen siempre en los lugares más concurridos:
plazas, parques, museos, hoteles.
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