En tiempo de Abderramán,
Córdoba era el Califato, o capital del Imperio Arabe,
y la ciudad más próspera de la civilización
de Europa. Arabes y judíos trabajaron para dar al mundo
importantes obras maestras en el campo de la medicina, las matemáticas,
la botánica y otras ciencias, además del arte.
La arquitectura musulmana muestra la influencia
visigoda en el arco de herradura tan visible en la Mezquita de
Córdoba. Las construcciones se caracterizan por su solidez
y sobriedad exterior frente a la riqueza y decorado de los interiores,
en los que se puede ver los azulejos.
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