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Elizabeth Arroyo
Publicado en Grafemas diciembre 2010
Creación: Poesía
Elizabeth Arroyo nació en Kingston, PA. Hija de madre americana y padre español, desde niña vivió amando las dos culturas que fueron desde muy temprana edad cimientos de su posterior desarrollo personal. Graduada en 1976 por la Universidad de Sevilla (España), trabajó durante un año como native assistant en Mary Baldwin College, Stanton, VA. Posteriormente regresó a España, donde inició su andadura como profesora de español en Columbus College, enseñando a estudiantes americanos y de otros países, como Alemania o Nigeria, en cursos previos al año académico en Salamanca. Compaginó esta actividad con la enseñanza del inglés a estudiantes españoles. En 1988, durante su etapa en la ciudad andaluza de Almería, fundó Columbus Center, siendo profesora de inglés y directora del centro durante trece años. Desde 2005 vive en Moorhead, MN. Completó su maestría en MSUM en 2008 y se siente afortunada de haber formado parte del Departamento de Español de MSUM, Concordia College y NDSU, instituciones de las que ha aprendido mucho y con las que espera seguir colaborando. Se define como una persona vital, llena de energía y optimista contra viento y marea. Su lema es “no rendirse nunca”. Estos poemas pertenecen a su etapa de adolescencia y son un homenaje a su padre, recientemente fallecido, que siempre la animó a seguir escribiendo.
Olvido
Fueron niños,
Vivieron de ilusión.
Él era inmenso.
Ella, un punto diminuto en un lienzo
Blanco que no pudo abarcar.
El tiempo borró el punto y todo terminó.
Mis pies
Dices que no te gustan,
Que están llenos de imperfecciones
Y que son toscos.
Cuando en verano los llevo desnudos
Te veo contemplarlos
Como si se trataran de piezas de museo,
Con el mismo interés con que estudiarías
Al último descendiente
De una especie a extinguir.
Pero mis pies son más que eso,
Tienen también su historia.
Fueron ellos los que me hicieron pasar
Por aquella plaza,
Donde comprabas libros,
Para encontrarnos
Por vez primera.
Cuando paseamos por las calles desiertas
Mis pies, enfundados en los zapatos,
Pisan fuerte,
Y tú sonríes
Temiendo despertar a los vecinos.
Si discutimos
Mis pies, desobedientes,
Se van detrás de ti
Y tengo que detenerlos,
Obligarlos al paro.
Cuando me besas mis pies están ahí
Y me sostienen
Mientras mis piernas tiemblan
Y me abandono a ti.
Y en el momento del amor
Todo mi ser te ama,
Sin olvidar mis pies.
Aún no estás conmigo
Aún no estas conmigo, mi pequeño,
No sé siquiera si vendrás a mí
Pero ya te imagino en mis entrañas
Y después, correteando por la casa,
Llenándola de risas y de sueños.
Sé que me harás llorar,
Pero mis lágrimas no cambiarán
El que tú seas mi hijo
Y yo tu madre.
Te contaré mil cuentos de aventuras
Y te amaré.
Y tú, pequeño,
Te dejarás amar.
Cuando te mire lo veré a él
Y tu sonrisa será la suya.
Él estará muy lejos
O vendrá tarde.
Y mientras tanto,
Te tomaré en mis brazos
Y podrás aliviar mis soledades.
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