Grafemas

Boletín de la AILCFH

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Entrevistas: Elizabeth Espadas, Wesley College
Publicado en Grafemas diciembre 2007

Conversaciones con María Elvira Sagarzazu

Elizabeth Espadas: María Elvira, siendo escritora argentina, ¿a qué se debe tu interés en el tema morisco, tanto en tus novelas como en tus libros de investigación? ¿Es por tus estudios, tus viajes, experiencias personales…?
María Elvira Sagarzazu: Durante un viaje a Túnez, en 1992, tomé plena conciencia de la importancia histórica que había revestido la expulsión de los moriscos de España, un hecho que normalmente no ocupa sino un brevísimo espacio en nuestros manuales de historia española.  Escuchando las historias relatadas por un par de conocidos tunecinos, todo cuanto me referían de algún modo se iba conectando a experiencias previas recogidas en Rosario, mientras estudiaba en la escuela árabe. Mis compañeras de estudio, casi todas mujeres, hablaban de costumbres aprendidas en sus hogares, todas ellas procedían de familias originarias de Siria y Líbano, y allí también sobrevolaba el aliento de un entorno cultural que de ningún modo resultaba totalmente ajeno al mío como argentina. Los argentinos parecíamos conservar algunas costumbres similares a las de estos inmigrantes árabes, sólo que las nuestras estaban ya presentes en el pasado, y sobre todo en el gaucho, desde mucho antes de la llegada de los sirio-libaneses. La pregunta era  ¿podrían explicarse por la presencia de moriscos en América? Enseguida comencé a buscar información sobre esa posibilidad, comprobando que no había datos de ellos. Pero las huellas, las costumbres, estaban, eran reales. Había allí un enorme campo abierto a la investigación. Desde la década del 70, se conoce perfectamente cómo, al ser expulsados de España, los moriscos se habían trasladado a Túnez, Argelia y Marruecos, pero por algún motivo no se mencionaba la posibilidad de que también hubieran intentado radicarse en América, huyendo de la Inquisición española.

Aquella laguna histórica resultaba, cuando menos, sospechosa. Busqué en crónicas y documentos noticias sobre la situación de los moriscos en relación a América, sin éxito. El silencio era total. No había más remedio que diseñar un proyecto de investigación destinado a reunir toda la información posible acerca de esas pautas culturales que en principio parecían corresponder a un colectivo de lejanas raíces islámicas. Acoté el territorio a los límites del pasado virreinato del Río de la Plata.
Espadas: ¿Quiénes te han influido o ayudado en esta investigación? ¿Ser mujer ha dificultado en alguna manera tu investigación, por razones culturales?
Sagarzazu: El ser mujer puede complicar la tarea en medios cerrados, donde la tarea intelectual sigue siendo principalmente resorte de varones, pero no en Argentina. Cuando en 1997 ya había recuperado suficiente información como para presentarla a un especialista, conversé sobre el asunto con Antonio Vespertino Rodríguez, en la Universidad de Oviedo; él se interesó en el asunto y me conectó con Álvaro Galmés de Fuentes, profundo conocedor del tema, con quien mantuve, a los pocos días, una prolongada entrevista, de la que salí no sin antes responder afirmativamente al imperativo de Galmés, haciéndome prometer que no abandonaría la investigación sobre la presencia morisca en el Nuevo Mundo bajo ningún concepto. Algo que parecía fácil de cumplir, aunque él parecía mencionar aquello como si pensara en alguien a quien pudiera importunarle los hallazgos que estábamos discutiendo. Como siempre, Galmés tuvo razón también entonces: el tema morisco seguía siendo tabú en ciertos cenáculos.

El siguiente paso consistió en diseñar los trabajos de campo destinados a demostrar en lo posible el origen –morisco o no – de aquellas costumbres alojadas en la cultura argentina que de ningún modo hubieran podido proceder de los cristianos viejos, tal el caso del tabú porcino. Las conclusiones de esos estudios se volcaron en un primer volumen titulado La Argentina encubierta. Informes de la otra identidad (2000).

Pero la idea era producir un libro mucho más amplio, donde se hiciera referencia al método utilizado para sacar a la luz lo que estábamos presentando, y a la vez, que desarrollara desde el inicio, la hipótesis histórica que contemplaba el ingreso de moriscos en América junto con los colonos españoles, dando cuenta de los factores que pudieron determinar ese traslado, como también el comportamiento de esos inmigrantes clandestinos. Era necesario difundir el tema con miras a que otros investigadores comenzaran a interesarse por la presencia morisca en los demás países del continente americano. Ya para entonces el material relevado en el área de la lengua y la gastronomía rioplatense podía considerarse probatorio de aquella presencia. Todo este abundante material daría origen a La conquista furtiva. Hispanoárabes en el Río de la Plata (2001).

El libro fue bien recibido y a partir de él, a invitación de varias universidades fue posible exponer los fundamentos de aquella verdadera conquista furtiva de América, en la que habían participado también los moriscos, aunque como elemento minoritario y  diferenciado. Un punto importante de la hipótesis consideraba el carácter clandestino de la presencia morisca, quedando finalmente elucidado, como así también los mecanismos utilizados por los moriscos para burlar la prohibición que pesaba sobre ellos (y los judíos) de ingresar a las Indias occidentales.
Espadas: ¿Cómo has podido compaginar tu dedicación a la creación literaria con el trabajo de investigación antropológica? ¿Ha representado el tema morisco para ti un conflicto, un estorbo, o un beneficio para tu obra literaria?
Sagarzazu: Fueron y siguen siendo complementarias. Mientras iba sacando a la luz estas cuestiones, como novelista no podía menos que reflejar ese universo cultural que se había mantenido oculto por siglos. La primera novela que toca brevemente el asunto es El imposible reclamo de la eternidad (1986), donde un sacerdote jesuita evoca al paso desde su misión en Yapeyú (Argentina) su relación afectiva con el mundo morisco a través de una abuela de ese origen.  El exilio de la gacela (1992)es la segunda novela que vuelve sobre la presencia morisca en el Nuevo Mundo. El escenario en gran parte es mi provincia natal, Corrientes, adonde llega el protagonista, un morisco sevillano, tras cumplir con al peregrinación a la Meca y recorrer el  Magreb, Egipto, en fin, el mundo islámico. Su radicación en el Río de la Plata se presenta como resultado de una evaluación, una elección personal, que, en resumen, lanza al aire la invitación a no quedar cautivo en la cultura en que cada cual nace.
Espadas: Como aficionada a la novela histórica, me fascina el concepto que has elaborado de la literatura “fictórica”. Me parece un término sumamente apto para captar el procedimiento y la esencia de muchas de las nuevas novelas históricas en las que se procura representar una época y a personajes del pasado sin romanticismo ni exageraciones, demostrando su humanidad y sus cualidades representativas de su tiempo, aún en los casos en los que nos faltan datos históricos concretos. Explícanos la evolución de este concepto en tu técnica literaria.
Sagarzazu: La novela fictórica nació al comprender que la historia cumple recorridos curiosos y que a menudo la acompaña el poder de hacer desaparecer nombres y procesos para nada secundarios.  Así como los moriscos no figuraron en el libro de historia por el que aprendí el pasado de España, un magnate morisco del siglo XVII, Mustafá de Cárdenas, hombre fuerte de la comunidad morisca en Túnez, desaparece sorpresivamente de la documentación tunecina oficial, luego de haber sido el terrateniente más exitoso de su tiempo y servido al rey con su ejército de mercenarios.

La idea de que un personaje de la talla de Mustafá de Cárdenas pasara de la cima al olvido de la noche a la mañana, era directamente novelesca. El asunto era cómo relatar, como dar forma a una historia que repentinamente queda en suspenso. Acababa de descubrir la necesidad de crear la novela fictórica. Que no era sino la respuesta a esas faltantes históricas que nos privan de perfiles humanos que por algún motivo revisten interés pero cuya vida real inquietantemente se hace humo frente a los ojos de la historia.

La hipótesis literaria de la novela fictórica fue utilizada por primera vez en La puerta del tiempo (1998). Narra la vida de Mustafá sin detenerse, sin ausencias, pero allí donde la biografía se corta, se la restaura, se la imagina, poniendo especial y prolijo cuidado de que el implante no incluya elementos fantasiosos que la verdadera biografía no pueda aceptar, porque acabaría rechazándolos, o simplemente el lector percibiría una tosca sutura uniendo la verdad –lo histórico – a lo pictórico. Dos profesores que utilizaron la obra texto narraron sus experiencias precisamente en relación a este aspecto del texto, como ejemplo del ejercicio literario que  supone al alumno el intentar distinguir qué parte es histórica y cuál fictórica.
Espadas: Recuerdo el relato llamado “La guerra de los profetas” que apareció en una antología en Huesca hace años, que trataba de moros y cristianos en el siglo XI en Alto Aragón.  ¿Cómo se relaciona esa obrita con la novela del mismo título que va a publicarse pronto?
Sagarzazu: Era el capítulo segundo de una futura novela que nunca fue abandonada pero tampoco terminaba.  Finalmente para marzo de 2007 está anunciada la aparición, y la novela va a conservar aquel título, La guerra de los Profetas. Se trata de la visión de una mujer que en 1097 acompaña al ejército del conde de Provenza camino a Jerusalén para intervenir en la primera cruzada. Me pareció interesante hacer que una mujer opine sobre un tema tan grave como el de la guerra, quizá podría argumentar que llena de alguna manera el vacío psicológico de evaluar la guerra desde un intelecto femenino. La protagonista, por tratarse de alguien no acostumbrada a lo que tiene presenciar, se interroga a sí misma muy a menudo, descubriendo –para ella y los lectores –  aspectos diferentes de ese conflicto que testimonia desde el campo mismo de batalla en su carácter de médica. Cabe recordar que justo por los años en que se desarrolla la novela, una mujer real, Trotula de Palermo, había obtenido su título de médica.
Espadas: Veo que en tu imaginación vuelas muy lejos de la Argentina. ¿Qué impacto ha tenido la experiencia de conocer otros mundos, concretamente el mundo islámico, en tu obra literaria?
Sagarzazu: Con el tiempo nuestra perspectiva de las cosas cambia, y más aún si involucra al Islam, que tanto ha cambiado. Ya no existe aquel movimiento que tanto fascinó a los europeos del siglo XIX. La pasión de viajar es otro tema que no falta en cualquiera de las novelas mencionadas. Escribir es vivir de otra manera y también en otra parte; no es ningún secreto que al escribir participamos de una dimensión en que cobran realidad pensamientos, ideas, personas, procesos que desearíamos que pudieran efectivamente existir. Además de la felicidad real, está la de escribir, menos esquiva, a veces que la otra.
Espadas: ¿Hay otros temas que consideras unificadores en tu obra?
Sagarzazu: Sí, el Tiempo. Tanto en La guerra de los profetas como en La puerta del tiempo, el tiempo es un protagonista tácito cuya realidad se percibe como un bajo continuo. La brevedad de la vida es un nudo en el que confluyen pensamientos de distinto origen, por cierto mucho menos inquietantes en relación a lo metafísico que a lo físico, cuando lo que vemos gastarse o terminarse sucede nada menos que sobre los territorios más entrañables, el cuerpo del amado y el propio cuerpo. Sin muerte, no habría literatura. Probablemente tampoco religión. Pero como las cosas son como son, la vida necesita, y por lo mismo genera, a la literatura, para que dé cuenta de cómo se sobrelleva la ingrata carga de humanas inhumanas invenciones. Cada pueblo y cada época ha encontrado siempre consuelo en la literatura, tanto que ni el fanatismo ni el pragmatismo la ponen en peligro hoy. Seguramente, porque a la literatura se llega  por la vida o por la muerte. Como a la religión, por amor o temor. Pero con una ventaja: siempre por gusto.
Espadas: Por favor, como última pregunta, ahora que va a ver la luz La guerra de los profetas ¿tienes otros planes o proyectos que quieres realizar—o bien literarios o bien antropológicos?
Sagarzazu: Estoy completando los estudios que van a formar parte de La Argentina encubierta, II parte. Y corrigiendo la siguiente novela, Efecto tango, con esperanzas de verla en prensa durante el 2007. Además, el último período de investigación lo dediqué a poetas del período clásico árabe, aquellos que hablaban del vino y el amor... Los viejos tiempos de la ‘arabidad.’

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